La autoindagación desde el punto de vista de la Ciencia del Yoga, o vichara, conlleva la búsqueda de la más pura esencia del Ser Humano, lo más interno, el YO más verdadero.
Vichara es un término perteneciente al hinduismo —concretamente al advaita— y podríamos traducirlo aproximadamente como indagación. También está presente en el budismo, pero esta práctica está más cerca del advaita y, de cualquier manera, vichara es una excepcional forma de abordaje al «yo».
Para llevar a cabo esta experiencia de indagación tremendamente poderosa, lo ideal es hacerlo con otra persona que sirva de espejo y que haga las preguntas. Alguien en quien confiar. En realidad se trata de hacer, o hacerse, una sencilla pregunta.
Imagina que alguien te cuestiona: «¿Quién eres tú?, háblame de ti». Lo normal es contestar yo soy fulanito de tal, he nacido en tal o cual sitio, en tal año, soy profesional de tal cosa o tengo tales estudios, etc. Pero en vichara se insiste.
Su interlocutor imaginario ahora pregunta: «Está bien, pero ahora dime ¿quién eres tú? Háblame de ti, pero ahora sin apelar a tu biografía». Este detalle de no apelar a la biografía ofrece al indagador el dilema de discernir si su yo es algo más que el mero acontecer de hechos, más o menos aleatorios, que conforman su biografía. Muchos llegan en la indagación a la infancia y allí se encuentran en que un bebé recién nacido aún no tiene historia, carece de biografía, pero sí es alguien. Por tanto, la respuesta suele ser afirmativa: «Sí yo soy algo más que mi biografía».
Ahora se repite la pregunta: «¿Quién eres tú? Háblame de ti», y se responde de nuevo. También entonces, después de una reflexión, la respuesta suele ser muy común. Yo soy un hombre (o una mujer) de tal estatura, con los ojos, piel y pelo de tal color, de una constitución así o asá, etcétera.
Nuevamente en vichara se insiste: «¿Quién eres tú? Háblame de ti, pero sin apelar ni a tu biografía ni al organismo temporal que se refleja en el espejo». Ahora queda al indagador la reflexión de lo efímero de la existencia —lo impermanente en budismo— y la limitación de lo corpóreo. La pregunta surge: ¿yo soy exclusivamente mi cuerpo y sus actividades fisiológicas?, ¿soy yo algo más que mi cuerpo perecedero y corruptible? Esta respuesta es tremendamente importante.
Algunas personas considerarán que son únicamente el resultado de procesos bioquímicos más o menos aleatorios y más o menos complejos, debidos a un azar surgido en un pasado remoto y cuyo fin es sencillamente un resultado igualmente bioquímico y que llamamos muerte. Dicho de otro modo, creen que nuestro origen es la materia y, por tanto, nuestro fin está en la materia.
Sin embargo, otras muchas personas alcanzarán la comprensión de que aquello que define el yo trasciende la materia, aunque no sea posible definir ni explicar dicha trascendencia con los medios con los que contamos habitualmente.
Así, el indagador responde de nuevo dejando de apelar a su biografía ni a su cuerpo orgánico corruptible. Entonces las respuestas suelen ser más complejas e intangibles. Se suele decir: yo soy mis pensamientos, mis emociones, mis sentimientos. O bien se refieren a abstracciones en ocasiones hasta poéticas: yo soy una entidad eterna y universal, yo soy energía en transformación, etc.
Pero en vichara hay una nueva pregunta: «¿Quién eres tú?, háblame de ti sin apelar a tu biografía, ni a tu organismo temporal que se refleja en el espejo, ni sin apelar tampoco a la mente ni a sus contenidos adquiridos». Hágase esta pregunta sinceramente, con profundidad y seriedad. ¿Es usted solo su biografía, o sea, la interacción que haya mantenido con la vida?, ¿es usted un mero organismo fruto de un azar bioquímico?, ¿es usted algo que está más allá de los contenidos de su mente, bien sean fantasías, creencias o ideaciones más o menos racionales o poéticas? Si es así, ¿Quién es usted? Obviamente la respuesta no es alcanzable desde la razón. La respuesta solo puede provenir del corazón, de la intuición íntima que nos hace percibir nuestra naturaleza eterna.
Hágase ahora la pregunta de si se siente usted eterno o se siente limitado por la breve existencia orgánica. La respuesta no es racional, no puede serlo. Ya sabemos que la razón no trasciende, pertenece al mundo y a él está atada. Pero si su respuesta íntima, profunda, incondicionada y libre es que su naturaleza real, su Ser verdadero, es eterno, este descubrimiento modificará o habrá ya modificado su vida.