Conoce algunos conceptos importantes en el budismo que te ayudarán enormemente a comprender y profundizar en sus enseñanzas.

Estos conceptos que vamos a conocer forman un marco, en este caso teórico, que facilita la comprensión de la realidad vital del individuo en el aquí y ahora de la existencia particular de cada uno. Asimismo favorecen la posibilidad de encontrar respuestas a las preguntas existenciales más comunes. Dado que el budismo nace en un entorno hinduista y, lógicamente, tiene mucho de su filosofía, incluyo algunos conceptos hinduistas a fin de facilitar la comprensión global de la enseñanza budista. Un ejemplo es el de la reencarnación, presente en el budismo y, desde mucho tiempo antes, también en el hinduismo, aunque, como veremos a continuación, hay diferencias entre ambas concepciones.

Nirvana

Estado de plenitud no condicionado por todos los factores mentales y orgánicos a los que está comúnmente atada la conciencia. Es un estado de gozo y de percepción clara de la realidad, una realidad que entonces se percibe tal como es y no tal como somos. En nirvana el ego desaparece «haciéndose a un lado». Es un estado de unificación, ya no existen ni el sí ni el no, ni el deseo ni el rechazo. Hay quietud y «todo está bien», todo es perfecto. Está más allá de la dualidad. Es el estado que alcanza Shiddarta Gautama al despertar.

Iluminación

Es el fenómeno asociado a nirvana. Hay que explicar que la iluminación es un hecho orgánico. Se define así porque en el cerebro se percibe luz. Esa luz lleva implícita la «visión clara», la que te permite percibir la realidad más allá de lo fenoménico. La percepción de esa realidad no distorsionada por las apariencias generadas por los fenómenos inherentes a la existencia, lleva aparejado el conocimiento. En el estado de Buda, de despierto, el ego se ha fundido en la conciencia del Ser. La enseñanza budista se centra precisamente en este logro y para ello se utiliza el Noble Sendero Óctuplo. Ya despierto, el ser humano se libra del sufrimiento y del samsara o «rueda de existencias». El Iluminado ya no está condicionado por el karma.

renacimiento budismo

Karma

Karma significa, literalmente, «acción» y, en cuanto a la doctrina, podemos definirlo como que el karma representa las consecuencias del acto que son inherentes al acto mismo. Todo acto que surge del deseo origina karma. Por tanto, el karma surge del deseo según esta secuencia: El deseo pone en marcha la voluntad que genera la acción intencionada que genera unas consecuencias (karma). Por eso, toda acción intencionada nacida del deseo (entendiendo también la aversión) genera karma. Este proceso de movimiento resultado de la acción/consecuencias se denomina la rueda de samsara o rueda de existencias. Lo que provoca el renacimiento en el mundo y la rueda de las existencias, por tanto, es el karma.

Samsara o rueda de existencias

La ilusión de un «yo» más la percepción de lo exclusivamente fenoménico como algo real provoca la atadura al mundo y, por ello mismo, la dificultad de la iluminación que libera de esas ataduras. Ese «yo» que provoca karma, según lo anteriormente explicado, genera la dinamización de esa rueda, pues un acto intencionado genera un karma, es decir, un fenómeno resultante de la acción anterior, ese fenómeno a su vez genera otra acción intencionada, y así sucesivamente.

Renacimiento

Hay que resaltar la diferencia entre reencarnación, una enseñanza hinduista, y el renacimiento, que es una enseñanza budista. Ambas ideas se parecen, pero hay sustanciales diferencias. La idea hinduista se basa en la existencia de un ente permanente que llega al nacimiento una y otra vez hasta alcanzar la liberación, siendo cada vida una forma de experimentación y aprendizaje. Al morir, ese ente que todavía tiene karma encarna en otro cuerpo físico. Por decirlo de algún modo, existe un «yo» imperecedero. Esta es la idea que más ha triunfado entre los occidentales, ya que ese «yo» imperecedero ha sido interpretado como el alma judeo-cristiana.

El budismo, en cambio, no acepta la idea de un ente permanente. Considera que en cada vida orgánica se obtiene un fruto; es decir, ese ente ya no es igual en cada vida, por tanto no hay un ente inmutable que renazca. Hay que recordar que en el budismo el «yo» es algo ilusorio e impermanente. Para comprender el renacimiento, la idea del fruto es bastante precisa. El árbol sería una vida orgánica que nació de la semilla dejada por un fruto anterior; ese árbol a su vez dejará un nuevo fruto y así sucesivamente, dando por entendido que, pese a ser de la misma naturaleza, cada fruto es muy diferente, siendo asimismo como fruto impermanente, tal como son también impermanentes la semilla y el árbol.

Maya

Significa ilusión y, para el budismo, esta vida que consideramos tan real, tan concreta, tan física, no es más que una ilusión. Esta ilusión es producida por el movimiento de la rueda samsara y, asimismo, la ilusión alimenta el samsara. Es decir, lo que se percibe a través de los sentidos e interpreta la mente es exclusivamente lo fenoménico que oculta la realidad. La mente está atada a maya